El Ensō me parece una hermosa metáfora de lo que puede ser una relación y un proceso terapéutico. Tomaré prestado algunas palabras de Daniel Medvedov (Vienna, 2011, traducidas y adaptadas por mí): “El dibujo humano de un círculo probablemente no será perfecto, pero aun así será redondo. Nuestras imperfecciones muestran lo grandioso y único del ser humano”. Comparado con la manera clásica de pintar, el método Zen de pintar es totalmente inverso: después de añadir suficiente color al pincel, el pintor realiza un solo trazo. En este trazo, como una génesis, observa, contempla y descubre su creación. ¿Qué es? ¿Qué se me figura? ¿Qué puede ser? En el proceso clásico de pintura, el pintor generalmente tiene una imagen clara de lo que tiene que / quiere pintar. En el método Zen tenemos que contemplar y terminar lo que ya se manifestó a través de un trazo espontáneo. Esto permite que la puerta de la imaginación esté totalmente abierta. Quizás esperas un visitante del mundo de todas las formas ya conocidas y necesitas descifrar cuál es la mejor manera de hacerlo visible de tal modo que todos los demás probablemente sean capaces de percibir lo mismo. El significado de la sombra, en equilibrio con la luz no es percibida fácilmente. Pero por medio de la contemplación se revelan todos los aspectos en la obra artística. De igual manera que la sal disuelta en agua solo puede ser percibida probándola…
